Buenas tardes a tod@s, llegó el esperado viernes, antesala del fin de semana con algo mas de 40ºC en Córdoba y como cada viernes, quiero desearte lo mejor de lo mejor para el fin de semana y para todos los días.
Muchas veces, me preguntan algunas personas por que hago esto, escribir cada semana alguna historia, fábula o reflexión y dedicar un poco de mi tiempo en desear cosas buenas para los demás, felicidad, salud , éxito, etc. y mi respuesta siempre es la misma: "Prueba tú a desear lo mismo a los demás y verás que sucede", en mi opinión, debemos vivir siendo fieles a nuestros valores, nuestros principios y nuestras creencias, siempre que estas cumplan un requisito, el RESHS (respetuosas, éticas , saludables, honestas y sensatas).
Una de mis "máximas", que seguramente me habrás leído u oído decir en mas de una ocasión, es "Cuanto mas das..., mas recibes" esto es una creencia, algo que yo me digo, verdad o no, no lo se, pero a mí me funciona.
Algunos le buscarán el punto o la razón en lo místico, en lo espiritual, en lo religioso o en cualquier otra cosa, no me preguntes por qué, no lo se ni tampoco tengo interés en saberlo y es más cada uno responsabilizará según sus creencias a una u otra causa, pero simplemente funciona, haz la prueba.
Las personas valemos no solo por lo que somos, sino por lo que damos, muchas veces nos sentimos mal por comentarios o por reproches que puedan hacernos, por el que dirán, otras veces por que no nos sentimos valorados y dejamos que cualquiera pueda opinar de nosotros hasta sin conocernos y sin saber nuestra valía.
Es mas, a veces... ni siquiera han llegado a hacer un comentario de nosotros, sino lo que "creemos" que piensa el otro de nosotros, somos nosotros mismos los que nos inventamos esa opinión, los que creamos una película de lo que pueden pensar de nosotros y nos contamos una historia que nos hace daño y ni siquiera lo hemos constatado.
Me gustaría dejarte una historia sobre "El Valor" para que reflexiones este fin de semana..
El Valor del Anillo.
Hola Maestro, vengo porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le dijo:
Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después...- y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
E, en...encantado,maestro... titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
Bien, asintió el maestro. Se quitó el anillo en el dedo pequeño, y dándoselo al muchacho, agregó: toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación y dijo... Maestro, lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto al valor del anillo.
Que importante lo que dijiste joven amigo, contestó sonriente el maestro. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: Muchacho, dile al maestro, que si lo quiere vender YA, no puedo dar más de 58 monedas de oro por su anillo.
¡¡¡58 MONEDAS¡¡¡ Exclamó el joven.
Sí, replicó el joyero, yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé.... si la venta es urgente....
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
Siéntate... dijo el maestro después de escucharlo.
Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única.
Y como tal, sólo puede revaluarte un verdadero experto. ¿Qué haces pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.
Fin de la historia... ¿que?, si, imagino que te habrá pasado como a mí cuando la leí, es cierto, todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore. Cuando de los demás recibas críticas, recuerda siempre este cuento.
Tú eres Valioso/a, no te dejes valorar por personas que no saben valorar a los demás, que solo pretenden que hagas las cosas como ellos creen que han de hacerse.
Y ahora como cada viernes, feliz fin de semana, salud y éxitos.
José María Gomaríz
Muchas gracias.
Un saludo.
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