Hola a tod@s, esta semana me apetece compartir con vosotros la historia de Joseph, el negrito del semáforo.
No, en esta ocasión no es una fábula ni una historia ficticia. Es la historia real de uno de tantos hombres de color que se han jugado la vida en una patera para huir de la hambruna y la miseria de su país, intentando buscársela aquí en un semáforo. Es lamentable que países tan ricos en petróleo como Nigeria, puedan tener un porcentaje tan grande de pobreza y hambre. Intolerable como las grandes compañías petroleras llevan décadas contaminando y destruyendo su fauna y su flora sin ninguna consideración. Las consecuencias de ir abandonando la agricultura y la ganadería influenciados por las petroleras y sus gobiernos corruptos, ha hecho desde hace tres décadas, que aunque sea uno de los países con mayor crecimiento económico, haya más diferencias entre ricos y pobres y el hambre les haga huir de su tierra.
Ayer cumplí otra de las ideas que rondaban mi loca cabecita y me fui con mi hijo a invitar a comer Joseph. Conozco a Joseph desde hace un par de años aproximadamente, es el tiempo que lleva en el semáforo de la Avda. de la Arruzafilla esquina con Avenida del Brillante en Córdoba. Lo puedes ver cada día, desde las siete de la mañana hasta las siete u ocho de la tarde. Por ese semáforo paso varias veces al día, cuando llevo a mis hijos al instituto o cuando voy al centro de la ciudad, etc. Haga el tiempo que haga, él siempre está con su gran sonrisa diciéndote en su "afro-anglo-hispano" -- "Buenos días, hasta luega".
Siempre que me tengo que parar por que está el semáforo en rojo, bajo la ventanilla y chocamos nuestros puños cerrados y luego nos chocamos las manos en la forma como se colocan al echar un pulso y nos saludamos, él con su acento peculiar siempre me dice: ¿Cómo está?, mi amigo. A lo que yo siempre le respondo: Genial ¿Y tú?, con su gran sonrisa y cara de buena persona responde: Muy bien, gracias a Dios. Cada día saluda a mis hijos con gran agrado con un "¿Cómo estás princesa? Bien ¿Verdad? al Cole a estudiar ¿no? . ¿Y tú príncipe? Estudia mucho, adiós, hasta luega". Saludos a tu esposa.
Obviamente, no puedo comprarle pañuelos o ambientadores de coche cada vez que paso, ni tampoco darle "un eurito" todos los días, pero él siempre te saluda sonriente y te desea feliz día o feliz fin de semana cuando llega el viernes o el sábado. Igual que lo hace conmigo, lo hace con la gran mayoría de conductores que por allí pasamos o con los adolescentes que van al instituto cercano. Es increíble verlo cada día en su trabajo sonriendo y poniendo el 100% de su empeño en agradar e intentar buscarse la vida. De hecho algunas personas le llevan comida que él no duda en compartir con otros compatriotas de semáforos cercanos.
Ayer tuve el honor de compartir mesa con él y con mi hijo, estuvimos algo más de dos horas juntos conversando los tres, preguntándonos cosas mutuamente y fue una experiencia increíble. No puedo detallarte toda la conversación, pero hubo momentos espectaculares, unos de risas y otros de tristeza, pero de gran reflexión y aprendizaje.
Joseph es un Nigeriano del estado de Edo, tiene 35 años, trabajaba en un banco en su ciudad y habla tres idiomas, está casado y tiene tres hijos, dos niñas y un varón, los dos más pequeños nacidos en Sevilla. Lleva unos cuatro años y medio viviendo en España, salió de su país hace seis años atravesando África con su mujer y la mayor de sus hijas hasta llegar a Marruecos, a Laayoune concretamente, después de seis meses consiguió llegar con su familia en patera a las Palmas de Gran Canaria jugándose la vida, poco después se desplazó a Alemania, luego a Francia y acabó asentándose en Sevilla.
Viene a Córdoba a trabajar a su semáforo cada semana desde hace un par de años, su semana laboral empieza el lunes y acaba el sábado a medio día. Se pasa 12 o más horas haciendo el mismo recorrido en cada cambio de rojo a verde del semáforo y saca a duras penas para mantener a su familia, pero no pierde la sonrisa en ningún momento. Ayer durante la comida, le explicaba que hablo de él en muchos de los cursos y seminarios que imparto, lo pongo como ejemplo en los cursos de ventas, explico lo importante que es la sonrisa y como ayuda a obtener mejores resultados.
¿Os podéis imaginar cuantos "NO" recibe Joseph al cabo del día?, nunca le veo un mal gesto, nunca te pone cara de pena o se lleva la mano a la boca para hacer el gesto de tener hambre, nunca usa la palabra ayuda, no es su intención dar lástima. Su arma más poderosa es su sonrisa y su constancia.
Cuando entramos ayer al Restaurante Cómemeloshuevos, (con especialidad como su nombre indica en huevos de toda índole, desde codorniz hasta avestruz, aunque Joseph y yo nos pedimos una buena carne), fue como mínimo curioso ver la cara que se le quedaba a algunas personas cuando entraba con Joseph vestido de Papa Noel, yo le ofrecí mi coche para guardar su disfraz, para que entrara con la ropa que llevaba debajo, pero él me insistió diciendo: "No hay problema mi amigo, así está bien". Y entró saludando a todo el mundo y deseándole Feliz Navidad sin importarle alguna mirada maliciosa que a mí personalmente si me incomodó. Descubrí muchas cosas de Joseph, su humanidad, sus valores, espectaculares por cierto, su gran corazón, su generosidad, su concepto de la familia y de la religión, él es cristiano evangélico y no musulmán como más del 50% de los nigerianos. Tuve la oportunidad de conocerlo más allá del minuto o minuto y medio que tarda el semáforo en ponerse en verde.
Cuando le preguntaba como podía estar siempre sonriendo, él respondía: "Amigo, tú tiene problema, yo tengo problema y todos tienen problema, pero no podemos estar con la cara triste. Si tú sonríe, corazón feliz". Y terminaba con una enorme sonrisa casi convertida en carcajada. ¡Que gran verdad!, me dijo muchas frases como esta que me impactaron, ¡que gran filosofía de vida, que motivación!. Sobre todo después de conocer todas las penurias económicas y de salud de una de sus hijas y ni aún así se venía abajo, me contaba que el año pasado su segunda hija Síndrome de Down se puso muy enferma, el médico le decía que posiblemente su niña se muriera en unas horas y él le decía, es imposible, Dios no quiere llevársela. Y así fue, sigue disfrutando de su hija aún. Un testimonio que me ponía los pelos de punta. Aprendí en algo más de dos horas una gran lección de vida, de superación, de constancia, de actitud y de valentía.
Sólo puedo decir: ¡¡¡Gracias Joseph!!!
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En fin amigos, os invito a que descubráis a cualquiera de los Joseph que nos encontramos cada día en el semáforo y que comprobéis por vosotros mismos que merece la pena hacer algo por ellos y por todos los que estén pasando por mal momento, no sabemos las vueltas que da la vida y si algún día podemos ser nosotros los Joseph del semáforo.
Ahora me quiero despedir con "una gran sonrisa josephniana" y desearte como cada viernes, feliz fin de semana, salud y éxitos.
José María Gomaríz
PD: Disculpad por haberme extendido, pero creo que la ocasión merecía la pena.
PD2: Gracias a Javier y a todo el personal del Restaurante Comemeloshuevos por su magnífica atención, como lo hacen siempre.
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